La culpa materna, en particular, surge cuando sentimos que no estamos haciendo lo suficiente por nuestros hijos, sin importar que seamos madres que se quedan en casa, madres que salen a trabajar, madres jóvenes o madres mayores. Casi todas las madres la sienten en algún momento. Nuestra voz interna puede ser nuestra mayor animadora y nuestra más feroz crítica, y a veces nos hace sentir que no pasamos el tiempo suficiente con nuestros hijos, no cocinamos comidas perfectas, no mantenemos la casa impecable o no alcanzamos metas importantes.
Todas tenemos una cantidad limitada de tiempo por día para lograr todo lo que necesitamos, por lo que es importante priorizar las tareas. Hacer una lista y organizarte puede reducir los sentimientos de agobio y estrés. Recuerda que está bien no hacer algunas cosas de inmediato.
No te compares con los demás, ya sean amigos, familiares o personas en redes sociales. Como cada padre, madre e hijo son únicos, compararte con otros es poco saludable y poco realista.